Sabemos que el poeta guayaquileño Fernando Artieda no pasa por un buen momento en su salud. Que mejor obsequio y justicia que esta antología Seco y Volteado que recoge 40 años de su poesía. Es la décima primera entrega de la Colección Palabra Viva que edita CCE. Muy bien por eso.
Sobre el último libro de Artieda, El alcahuete de Onán, su hija Renata dice…es un libro triste pero el de imágenes más comprometidas consigo. Deja a un lado lo que ve, traduce lo que siente; hunde, revuelca y hace mierda. Nos retrata, me retrata, encharca, enloda, eleva cerbatanas para bajarse a ese dios que me le quita la vida. Porque estoy que me orino pero me aguanto, estoy que me lloro pero me exprimo y mudo en media calle me digo que no soy, rezo y lo cito. ¿Y quién me va a decir ahora dientecito de ajo?
Para Marco Antonio Rodríguez la poesía de Artieda ha sido escrita para todos los seres humanos –menos para los divos y las divas de la alta cultura-, por eso convoca, ataca, embiste nuestras fibras más íntimas, y ahí se queda para eternas memorias, como una partitura bella y exhortadora, que nos insufla de ánimo para seguir viviendo. Porque ha sido, sin duda, la poesía del único escritor de su generación que ha deletreado las raigalidades de nuestro pueblo. Que así sea.
Fernando Artieda (Guayaquil, 1945). Hizo estudios superiores en Derecho y Literatura. Como periodista, ha ejercito este oficio en varios en varios diarios del país. En las cadenas de televisión RTS y Ecuavisa; en revistas y radios. Fue profesor universitario y secretario de Prensa de la Presidencia de la República. Es miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y de la Unión Nacional de Periodistas. Ha publicado seis libros de poesía, uno de narrativa y dos de ensayo. Su obra consta en antologías nacionales y extranjeras.
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