El Libro Negro de Augusto Rodríguez, Antología personal 2003-2013. Universidad Autónoma de Nuevo León, México 2014
PALABRAS
QUE SANAN
por Rafael Courtoisie
“El Libro Negro” es un conjunto poético donde el
resultado es mucho más que la suma de las partes. Es más: ninguna operación
aritmética es capaz de reducir o explicar el efecto aluvional cualitativo que
produce la lectura de este volumen que es a la vez una antología, una selección
de textos previos, una muestra del camino recorrido pero también una absoluta
novedad en la cual la extensión permite la perspectiva, el efecto de profundidad
que –ahora se confirma- se ha propuesto Augusto Rodríguez como proyecto de
trabajo cuya solidez estética se hace evidente.
Eludir el lugar común y buscar la carne metafísica del
hueso, patentizar no el dolor sino el pensamiento, la reflexión y el juego estético
que surge del dolor en un proceso consciente de construcción, son algunos de
los elementos con que Augusto Rodríguez erige su proyecto: una poesía fina y
penetrante como una aguja de acero, una poesía cuya extensión es máxima como el
concepto de ser pero cuya intensidad, paradójica, extraña, se concentra en un
punto de belleza singular insoslayable.
El manejo de la prosa fluida al servicio de un
indiscutible ritmo poético que es un ritmo de pensar, un ritmo de hacer con las
palabras la realidad consciente, delata al poeta que ha leído y que ha sabido
decantar certeramente del universo de
lecturas aquellas materias nutricias que se reinventan, que se vivifican en
este decir nuevo, en este “trovar” del siglo XXI.
El para texto, el meta texto, el juego de epígrafes se constituye en
vectores de señalización de un sentido que se renueva en cada lectura, que se
amplifica y multiplica sin anular el sentido anterior.
La figura del padre es uno de los leit motiv que figuran en el libro en forma explícita, pero no a la
manera kafkiana de “La metamorfosis” sino más bien apostando a la
resignificación que el texto hace de la realidad: el texto nos produce, somos
realidad a partir del recorrido atento que hacemos de “El Libro Negro”.
La discusión sobre lo “sano” y lo “enfermo” nos remite al
pensador francés Michel Foucault y hace oportuna la cita de sus muchas páginas
de indagatoria en torno a lo “normal” y lo “anormal”, en torno a la relatividad
epocal de cada una de esos conceptos en su estudio diacrónico.
Por línea ascendente, de Foucault se puede pasar a la
mirada antropológica de Claude Levi-Strauss y entonces se descubre que la
dialéctica salud-enfermedad planteada en este libro no se resuelve, sino que se
plantea, se evidencia, es nada más y nada menos que un artefacto textual de
reflexión mediante la construcción de una poesía precisa.
El carácter antológico que pudiera presentar este libro
es un aspecto que sirve al aparato crítico para distinguir una poesía de
proyecto, una estética planeada y consciente de tanto ex abrupto repentista y
sin dirección que hoy día abunda en la blogósfera, en las páginas y páginas sin
fin del híper texto contenido en esa maravilla, en esa medusa de signos llamada
Internet.
Este es un libro, quien recorre sus páginas recorre una
aventura humana concreta (parafraseando a Whitman) pero a la vez tiene en las
manos un instrumento de introspección y conocimiento, una herramienta hecha de
palabras pero cuyo efecto trasciende las palabras.
Augusto
Rodríguez logra, entonces, en esta muestra antológica, un excedente de sentido
que se desprende del sintagma y que admite, entre otros, dos adjetivos
fundamentales: saludable y exacto.
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