Por Hernán Ortiz González,
Santiago de Chile
Durante la lectura de ISLA DESERTORES, primera obra publicada de Salvador Gaete, no puedo quedar ajeno a las complicidades que el texto propone. Valiéndose de imágenes superpuestas, el hablante es capaz de trasladarnos hacia instantes olvidados que se dejan caer con fuerza por medio de versos perfectamente limpios. Quizá ahí el mayor mérito de Gaete: reducir el lenguaje a la simplicidad y trabajar con la imaginación. Es una propuesta que no se arma de dificultades; no hay trabas para abordar las once creaciones que componen el libro. Se trata, entonces, de un poemario capaz de sorprendernos con palabras desprendidas de lo más íntimo, donde lo público y lo privado logran fundirse en un diálogo de sensibilidades compenetradas.
Escenas cargadas de erotismo conforman un panorama teñido de humor fantástico: Sueño con asistentes sociales/ me hacen visitas a la cama/ trepan por las sábanas como en una película de Drácula (…) juego que soy un niño durmiendo en el vientre de mi madre/ me acarician el cabello/ beba señor no se preocupe/ pero nosotras no queremos ser su madre/ dicen ellas mientras anotan mi vida en sus carpetas. El registro de lo que podría ser una fantasía es el recurso empleado por el poeta.
Un trabajo sencillamente conmovedor es “Yo crecí mirándote a los ojos”. Aquí, el hablante retrocede en el tiempo para enfrentar la epónima figura del padre; lo hace a través de diálogos fotográficos que crean conciencia e, inclusive, hieren. El protagonista del poema refuta, increpa, pero la experiencia y sabiduría terminan venciendo en un duelo lleno de amor y aceptación. El tema de la herencia de vida, como también la derrota de algunos ideales, son los que Gaete desarrolla con grandes resultados:
Yo crecí mirándote a los ojos/ primero tímidamente como se debe mirar a un padre/ luego desafiante/ como se debe amar a un padre/ en silencio se fue forjando el hierro esperando la reprimenda/ no señor, Ud. está equivocado/ cuántas veces ensayé esa respuesta/ sólo lograba mantener los ojos firmes (…) viéndome humillado por el silencio.
Si bien es cierto ISLA DESERTORES es un libro pequeño, de sólo 34 páginas (pertenece a la colección de bolsillo “Rieles”), su mensaje logra aportar a la renovación de la poesía escrita en Chile. No basta con emitir comentarios favorables a la obra de Salvador Gaete, pues estamos en presencia de un poemario que busca lectores, que abre infinitas posibilidades de imaginación y, por supuesto, de crítica. Con once trabajos Gaete logra sorprender al mundo, ensayando palabras que se inmiscuyen desafiantes en el imaginario de Chile y Latinoamérica.
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