Por Miguel Antonio Chávez y Augusto Rodríguez
Haciendo un recuento sobre los orígenes del humor, Sara Irwin, en su antología "El cuento de Humor Inglés" (Need Ediciones. Buenos Aires, 1999) explica que antiguamente se definía humor "a cualquiera de los cuatros fluidos que componían la constitución del cuerpo y que determinaban, gracias a su proporción, el temperamento de una persona". Aquellos fluidos se referían a la sangre, la cólera, la flema, la melancolía, los -por entonces atribuidos- "causantes" de las enfermedades de los hombres. Con el transcurso del tiempo, continúa Irwin, "el humor llegó a ser sinónimo de capricho (como cuando se habla de "los humores del viento") y también, por extensión, la frase "sentido del humor" pasó a definir esa facultad mental que permite descubrir, expresar o apreciar lo ridículo o lo incongruente, lo contradictorio, lo cómico y lo absurdo". Esto es, una forma de percepción de la realidad aprehendida a través de la mente que, además del puro hecho de divertir, podía emplearse para satirizar o criticar aspectos de la sociedad.
El dramaturgo Luigi Pirandello en su ensayo "El humorismo" (1920), ya señalaba sin embargo lo difícil que ha sido definir el humorismo debido a que ha tenido infinitas variedades, según las naciones, los tiempos, los ingenios, y el de Rebelais y de Merlin Coccajo no es el mismo que el de Sterne o Swift. De todos modos Pirandello logra discurrir que el humorismo consiste "en un sentimiento de lo contrario, provocado por la especial actividad de la reflexión que no se oculta, que no se convierte, como generalmente en el arte, en una forma de sentimiento, sino en su contrario, aun siguiendo paso a paso el sentimiento como la sombra sigue al cuerpo". Asegura que el artista ordinario se fija solo en el cuerpo: mientras que el humorista se fija en el cuerpo y en la sombra, y a veces más en esta que en aquella.
Hablando ya en el contexto de la literatura escrita en nuestro país, ¿cuántas veces hemos escuchado decir de que es aburrida, parca, solemne y carente de humor? Este libro pretende mostrar la otra cara de la moneda; es decir una parte de nuestra más reciente literatura donde a través de los poemas y de los microrrelatos de varios autores a lo largo y ancho del país podemos leer y escuchar al humor en toda su expresión. Hay de todo: humor clásico, ironía, sátira, parodias, sardonismo, humor negro, etc. Sin embargo, más allá de las clasificaciones y tecnicismos, prima un humor como actitud frente a la literatura y a la vida misma. Por ello algunos autores incluidos no "hacen reír" en el sentido estricto de la palabra, sino que producen mas bien los efectos colaterales de las ya mencionadas ironía o sátira, sensaciones de que en el fondo el humor es la otra cara de la tragedia, como el mismo Woody Allen ha señalado en ocasiones.
El escritor peruano Fernando Iwasaki nos dice lo siguiente en el prólogo del Libro del mal amor: "¿Y el humor es autoayuda o literatura?, se preguntan los profundos y los solemnes. En la égloga octava de Virgilio hay un verso memorable que es ambas cosas: Mopso Nysa datur: quid non speremus amantes? (“Si Nisa va a casarse con Mopso, ¿hay algo que los amantes no podamos esperar?”)… Para nosotros solo es literatura, pero para todos los que se quedaron con las ganas de casarse con Nisa, aquel verso de Virgilio fue la mejor autoayuda. Aunque -ojo al manojo- si Mopso no era guapo, ni rico, ni interesante; seguro que al menos haría reír a Nisa".
Esta pequeña y breve antología poética-narrativa nació con motivo de la celebración de
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