
Por Alexis Cuzme
Encontrarse con un poemario de Augusto Rodríguez  (Guayaquil, 1979) ya no es novedad, y no porque se desvalore su obra, si  no porque ha logrado afianzar su poesía y demostrar ante muchos  editores nacionales e internacionales que como escritor está  comprometido con su trabajo. Esta nueva colección bilingüe  (español-francés) titulada Las islas vírgenes de tu cuerpo  (El Quirófano ediciones, 2011) puede confirmar este compromiso. No se trata ciertamente de una obra con trabajos  inéditos en su totalidad, porque el libro funciona a manera de  recopilación personal, revalorando sus últimos poemas, algunos intactos y  otros reescritos, uno de ellos El beso de los dementes, que denota una  mayor precisión en su enfoque temático, con un mejor ritmo, con una  exacta angustia copándolo todo (aunque me quede la duda de aquella  quinta parte también publicada en un poemario colectivo con el nombre de  La última frontera). Y aunque la  ligereza de la portada sea un punto en contra (¿ha sido adrede la simple  foto como símbolo corporal del amor universal o se trata de un  compromiso emotivo?) sostengo que Rodríguez es más, mucha más poesía que  espera cobijarnos, por ahora nos arropamos con lo que tenemos a la  mano, como este poema que atrae con fuerza: 
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