
Por Alexis Cuzme
La última vez que vi a Carolina Patiño fue a inicios del 2007, en Guayaquil, su ciudad. Meses después un amigo cercano a ella me escribiría al messenger que justo ese día y en esos instantes se realizaba su funeral. No le creí, el tipo era un bromista al que no debía creérsele nada. Me despegué de la computadora y corrí a las cabinas telefónicas más cercanas. Augusto Rodríguez, su novio, me confirmó lo peor.
Dos años han pasado desde este trágico suceso. Dos años en que la obra de Carolina se ha difundido en más espacios dentro y fuera de Ecuador. Te Suicida (2008), su libro póstumo confirmaba -junto a su primera obra Atrapada en las costillas de Adán (2006)-la intensidad de su poesía.
Ahora me encuentro con esta Antología poética (CCE, 2009) que no le hace justicia a toda su obra: primero porque está incompleta y segundo porque se debió incluir un estudio exclusivo (sí, Fernando Nieto Cadena es, además de un poeta original, un crítico excelente, pero hubiera sido interesante conocer otras lecturas). Entiendo que el propósito de Augusto, como responsable de esta edición, es la de acercar la totalidad de la poética de Carolina a cuantos más lectores se pueda, perdurarla en la memoria de quienes la conocimos y de quienes no.
Como lector seguidor de la obra de Carolina esperé una antología más profunda en su concepto analítico (sin duda las colecciones de Antares me han mal acostumbrado) y más humana (acercándonos a la autora, a su vida, conflictividades emocionales claves en su obra, etc.). Esperemos en algún momento encontrarnos con esa ANTOLOGÍA para bien de las nuevas generaciones de lectores que deberán, obligadamente, conocer a esta importante poeta de nuestro país.
La última vez que vi a Carolina Patiño fue a inicios del 2007, en Guayaquil, su ciudad. Meses después un amigo cercano a ella me escribiría al messenger que justo ese día y en esos instantes se realizaba su funeral. No le creí, el tipo era un bromista al que no debía creérsele nada. Me despegué de la computadora y corrí a las cabinas telefónicas más cercanas. Augusto Rodríguez, su novio, me confirmó lo peor.
Dos años han pasado desde este trágico suceso. Dos años en que la obra de Carolina se ha difundido en más espacios dentro y fuera de Ecuador. Te Suicida (2008), su libro póstumo confirmaba -junto a su primera obra Atrapada en las costillas de Adán (2006)-la intensidad de su poesía.
Ahora me encuentro con esta Antología poética (CCE, 2009) que no le hace justicia a toda su obra: primero porque está incompleta y segundo porque se debió incluir un estudio exclusivo (sí, Fernando Nieto Cadena es, además de un poeta original, un crítico excelente, pero hubiera sido interesante conocer otras lecturas). Entiendo que el propósito de Augusto, como responsable de esta edición, es la de acercar la totalidad de la poética de Carolina a cuantos más lectores se pueda, perdurarla en la memoria de quienes la conocimos y de quienes no.
Como lector seguidor de la obra de Carolina esperé una antología más profunda en su concepto analítico (sin duda las colecciones de Antares me han mal acostumbrado) y más humana (acercándonos a la autora, a su vida, conflictividades emocionales claves en su obra, etc.). Esperemos en algún momento encontrarnos con esa ANTOLOGÍA para bien de las nuevas generaciones de lectores que deberán, obligadamente, conocer a esta importante poeta de nuestro país.
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