Mi patria es la irrealidad
performance I
Colección Escritores en su tinta. Cascada de palabras/ cartonera
Ciudad de México DF, 2012
Ciudad de México DF, 2012
Augusto Rodríguez
Futuro y presente esplendor
Por Rafael Courtoisie
Las palabras entretejidas en una envolvente
que integra racionalidad y a la vez energía plena, subconsciente, de la
materia proveniente de los sueños; el discurso como cosa en sí cuya
categoría existencial puede ser habitada y comprendida, el paso más allá
del neo barroco lezamiano que comenzaron a dar figuras de la talla del
cubano José Kozer y del uruguayo Eduardo Espina; la voluntad de decir y
de fundar el decir sobre una solidez orgánica y disfrutable, asimilable,
nutricia; la plena conciencia de la poesía como discurso central en el
nuevo milenio, como fundación de un poder trascendente; el conocimiento y
el recurso de la intertextualidad que integra una reflexión ensayística
que remite a Michel Foucault y a diversos pensadores recientes con una
propuesta de construcción del saber que parte de la abducción y del
establecimiento de relaciones trans empíricas que superan o tienden a
superar la falacia positivista desde y mediante el contundente hacer
poético; la fundación de una certeza absoluta sobre un tallo
infinitesimal de vidrio delgadísimo y sin embargo firme, poderoso; la
voluntad de ver que sigue a la voluntad de saber y supera la voluntad de
mentir; la concreción formal de una poesía en prosa cuyo torrente
abisal de vocablos encuentra el ritmo y la misión secreta de cada sonido
en una desmesura controlada y efectiva, en el empleo de una hybris que
es aporía textual puesto que desemboca en una sophrosine, en un
equilibrio donde el prodigio se instala siempre al borde del abismo y,
sin caerse, logra decir, logra verter en la corriente sintagmática ese
esplendor, ese dolor y esa dicha de la poiesis; son características del
proyecto, de la palabra hecha proyecto poético de Augusto Rodríguez.
“Mi patria es la irrealidad” es,
inicialmente, un verso de Kozer. Ese verso ahora es resignificado,
ampliado, re-textualizado en este libro que augura un “futuro esplendor”
desde la solidez de un esplendor presente.
“Mi patria es la irrealidad” es, por otra
parte, la prosecución de la duda como método. Y no se trata de la
duda cartesiana sino de otro modo basal de concebir el discurso, un
modo dialéctico y fruisible, un modo donde la vibración y la oscilación
sonora y sintáctica amplían y profundizan la dimensión semántica.
“Mi patria es la irrealidad” es un ejercicio
de libertad y una composición que cuestiona la historia textual del
martirologio y de las consignas desde una disolución serena de esas
mismas consignas y desde un examen calmo, y por calmo, hondo, del
contenido moral de las palabras y de la crasa virtualidad en ocasiones
oculta detrás de la apariencia de ese “contenido moral”, cuya vehemencia
a veces es tan solo una máscara del vacío: “ningún cuerpo es tierra
firme. los cuerpos se embarcan y vuelan en distintas direcciones. los
planetas cada día se ven más lejanos. una voz nos recuerda el pasado y a
la palabra dios. los cuerpos niegan su origen y se escoden en la carne.
ningún cuerpo será jamás bandera, patria o muerte.”
Pero “Mi patria es la irrealidad” es también la seguridad de que un espacio de plenitud, de saber en el decir, se abre en la articulación del texto, y más allá del texto, en esa actitud eminentemente poyética, creadora.
No se trata de un libro, no se trata de un
libro de poesía, no se trata de un cúmulo de palabras que procuran
atrapar imágenes, no son jaulas de barrotes de versos que custodian la
ilusión de un vuelo.
Se trata más bien de movimiento, de puro lenguaje en alto.
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