El libro de la
enfermedad. Ediciones Vitruvio. Colección Baños del Carmen, número 358. Madrid,
España. Es el nuevo libro del poeta, editor y escritor ecuatoriano Augusto
Rodríguez (Guayaquil, Ecuador, 1979), su libro se publica en el mes de marzo
del 2013 junto a un impresionante catálogo de la mejor poesía en español.
Nombres sobran: Pere Gimferrer, Luis Cernuda, Juan Luis Panero, José Ángel
Valente, José Manuel Caballero Bonald, Federico García Lorca, León Felipe, entre
otros. El libro de la enfermedad es una muestra poética de los libros El beso de los dementes, La enfermedad invisible, El libro del cáncer y Voy hacia mi cuerpo. Sobre la poesía de
Augusto Rodríguez se ha dicho:
Eludir el lugar común
y buscar la carne metafísica del hueso, patentizar no el dolor sino el
pensamiento, la reflexión y el juego estético que surge del dolor en un proceso
consciente de construcción, son algunos de los elementos con que Augusto
Rodríguez erige su proyecto: una poesía fina y penetrante como una aguja de
acero, una poesía cuya extensión es máxima como el concepto de ser pero cuya
intensidad, paradójica, extraña, se concentra en un punto de belleza singular
insoslayable.
Rafael Courtoisie
Augusto Rodríguez
escribe con rabia e ironiza con dolor. Nutriéndose de un escepticismo no por
radical menos romántico, cada poema de este libro es una respiración ansiosa,
un animal contradictorio.
Andrés
Neuman
Barridas por los
fogonazos de las imágenes, las palabras que baraja en su despeñadero Augusto
Rodríguez nunca llegan a posarse en el suelo. Hay un tono encendido. Hay algo
arrasador en la secuencia de visiones. Hay vehemencia y lenguaje de riesgo
-elementos infrecuentes en la poesía de hoy-
en esta poesía cruzada por el relampagueo de las visiones.
Jorge
Boccanera
Augusto Rodríguez
exige que su lector, el lector de poesía que se le entregue, se implique de la
misma forma que él lo hace, con todas las consecuencias. En tiempos de tanto
arte desechable, tanta literatura placentera o espejo de vidas anodinas,
Augusto Rodríguez se aleja radicalmente de todo eso y busca, procura otros
caminos, y sobre todo, toma un nuevo lenguaje, el suyo, su propia voz.
Rodolfo
Häsler
He
leído los últimos libros de Augusto Rodríguez. Me parecen tan diferentes a
otros autores de su generación… que me permití sugerir la inclusión de su
nombre en una antología de poesía ecuatoriana que se publicará en el
extranjero…
Jorge
Enrique Adoum
La enfermedad invisible no huele a gangrena,
huele a sexo de palabra, y el espacio (la ciudad) no huele a ciudad sino a
axila de poeta. Autófago de su propia memoria poblada de cuchillos, el poeta
nos hace transitar a pie el círculo que
escribe a mano. En la ruta hallamos huesos duros de roer, una serie de jabs de
izquierda y de derecha, como ramalazos de boxeador, no para cerrarnos sino para
abrirnos los ojos y dejarnos ver lo que no se puede ver, porque los árboles nos
tapan el bosque. En La enfermedad invisible, su último compendio de
poemas, Augusto Rodríguez rebasa todas las expectativas abiertas por sus libros
precedentes. Rodríguez funda paradójicamente con este libro la salud de la
literatura y de la poesía.
Ramiro
Oviedo
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