
(Portovelo, El Oro, 1958) Ha publicado los poemarios: Cabeza quemada, Tabla de mareas, Ocúpate de la noche y La hierba del cielo. Es uno de los poetas ecuatorianos más importantes de las últimas décadas. Más allá de que asume como pocos su identidad sexual; su poesía es un canto al deseo, al cuerpo, al silencio, a la ternura y a la desolación. Su poesía está llena de imágenes y de sensaciones simplemente inolvidables.
PIRATERÍA
Iré, qué importa.
Caballo sea la
noche.
EN EL HOTEL
sobre ella innumerables cuerpos se recuerdan
II
señalaba un edicto en la pared del cuarto,
“todo lo demás está permitido”,
le agregamos él y yo, riéndonos
Alguien estuvo antes de mí
en este cuarto
solo
y supo
que alguien estuvo antes de él
en este cuarto
solo
FELICIDAD
de a poquito
(tomémosla como si fuera vino,
te propuse)
tú dijiste que la bosta de vaca
elevaba
(la fumamos)
abandonar este mundo.
MARES DEL SUR
Para L. David
Las estrellas perdidas que viajan en los barcos,
son para ti.
Las Jibias hechas de nada o de lenguas quemadas,
son para ti.
Las piras de sal que arden al viento en noches
de naufragio,
son para ti.
El frágil cuerpo de un bañista envenenado por la espuma,
es para ti,
muchacho que las aguas pronuncian una y otra vez.
Comentarios
C'est un poème magnifique.