Por Carolina Patiño
Recuerdo cuando estaba en sexto curso, lugar donde no hay secretos y lo obvio está al alcance de todos. La situación era la siguiente: Teníamos en el curso a uno de esos típicos adolescentes- adultos-enfermos con la pornografía, cada día llegaba con historias de un nuevo video, uno más raro que el otro, uno con mujeres y caballos, hasta con niños, con muertos, con afroamericanos, vírgenes y con hermafroditas que estaba muy de moda según él. Un día fue una sexóloga (una monja) y entre todo su blablablá hizo una pregunta interesante: ¿Quién de ustedes es virgen? Lo que me tomó por sorpresa y lo que me dejó atónita aún más fue ver a todas las alumnas de quinto curso alzar las manos. De mi paralelo pocas alzaron la mano, para mí ya fue un alivio ver ese gesto de sinceridad (con la reputa-ción que tenían algunas, no todas claro) pero con las que ya no lo éramos, tuvimos para mofarnos un rato. Otro día se me ocurrió hablarle a la amiga de la novia del chico en una de las salidas del colegio, cuando llegamos al curso se quejó, casi llora, pero mientras hacía su show decía: “a mí no me afecta lo que ella dice, además ella va en bus. Y para mí eso es suficiente para no considerarte en mi lista como un ser humano”. Eran chicas según ellas de otro nivel y ella en particular se creía gringa, para ellas era imposible tomar un bus. Tenían normas clarísimas sobre lo que está de moda, por ejemplo: Desayunar bastante en la casa, llegar al colegio, ponerse una faja y meterse el dedo en la boca y vomitar porque no está de moda ser gordo. Tener las uñas lindas y el pelo perfecto y usar un tipo especial de binchas de colores llamativos. Decían: Está de moda tener enamorados con dinero y sobre todo ser virgen porque según ellas eso es lo más “In”, y ponían de ejemplo a su amada Britney Spears, como la diosa a quien venerar.
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